Canto de Entrada

Hemos venido, Señor,
a sentarnos a tu mesa,
acompañando a tu madre,
la Virgen de la Cabeza.
Con ella como estandarte,
sudorosos del camino,
compartiremos el pan
y beberemos el vino.
Pastor de todos los hombres,
mira a estos pobres romeros
que quieren de tu rebaño
ser los mejores corderos.
Como Padre, te adoramos
y como hijos de Dios,
queremos estar contigo,
contigo siempre, Señor.
No dejes que nuestras culpas
nos impidan tu consuelo
y permite que este canto
vaya volando hasta el cielo;
que lo recoja tu Madre
y convertido en amor,
lo reparta por el mundo,
te lo pedimos, señor.

Credo

Creo, Señor, que naciste
para salvar a los hombres
y por amor a los hombres
tu sacrificio nos diste.
Creo, Señor,
que los cielos y la Tierra
son el fruto de tu amor
y creo en la vida eterna,
creo, Señor.
Creo, Señor, en tu muerte,
en tu cruz y en tu dolor
que nos salvó de la muerte,
del pecado nos libró.
Creo, Señor,…
Creo que estás en los cielos
a la derecha del Padre
y de entre todos los muertos,
glorioso resucitaste.
Creo, señor,…
Creo, Señor, en la vida
que nos diste Tú al morir
y creo en la vida eterna
que hemos ganado por Ti.
Creo, Señor,
que los cielos y la Tierra
son el fruto de tu amor;
en tus hijos de esta sierra,
creo, Señor.

Hoy se pasea la Virgen

Hoy se pasea la Virgen
desde la iglesia a la ermita;
un perfume mariano
en las calles se respira
y el alma entera se llena
de colores y de vida.
¡Ay, Virgen de la Cabeza!
van cantando los rondeños
y repiten las campanas:
eres reina de los cielos
y de Ronda, soberana.
Vamos todos al camino
que se parece al del cielo,
con la cornisa del Tajo
que te levanta del suelo
y Ronda, al fondo, esperando
de la Virgen su consuelo.
¡Ay, Virgen de la Cabeza!…
Cuando pasan por el puente
van catando los romeros
una plegaria que vuela
de los labios hasta el cielo
y la Virgen la recoge
y la acuna entre su pecho.
¡Ay, Virgen de la Cabeza!…
Las carrozas lentamente,
avanzando paso a paso
van guiadas por la Virgen
que es la luz de los serranos,
es la estrella del camino
que alegre nos da su mano.
¡Ay, Virgen de la Cabeza!…

Quédate conmigo

A tus pies estamos puestos,
Señora.
Mira a tus ojos serranos
cómo te adoran
y quieren estar contigo
a todas horas.
Quédate conmigo,
nunca me abandones,
no nos dejes nunca,
no nos dejes nunca
sin tus favores.
Los romeros te cantamos
con alegría
para pedir tu consuelo
de noche y día.
De noche y día
queremos que nos protejas
de noche y día;
 queremos que nos protejas
siempre, María.
Quédate conmigo…
Luz y guía del camino,
eres la aurora
que desvela las tinieblas
de nuestra shoras,
apagando las tristezas
que nos ahogan,
apagando las tristezas
siempre, Señora.
Quédate conmigo…
Qué bonita está mi virgen
de La Cabeza
cuando todos los hermanos
juntos le rezan.