Eternamente olvidada; desde España, desde Andalucía, los políticos se muestran indiferentes a su destino. Difíciles accesos, malas comunicaciones, pocos habitantes, es decir, votantes. Políticos locales tan solo ocupados en sacar sus carreras adelante, en apoltronarse, en convertir la política en su ocupación. Sin vocación, pero con muchos intereses en juego. Entre unas cosas y otras el olvido, el abandono. Ronda queda entregada a su suerte y de ella saca lo que puede. Y su suerte es su emplazamiento, su belleza, sus sobrecogedores rincones. Y con eso da de comer a los pocos que pueden quedarse a disfrutar de ella, de su patria chica; la mayoría tiene que salir fuera a buscar el futuro que no puede ofrecerle esta madre generosa, pero olvidada.