jmtornay
Naranjitos que guardáis
esta casa tan hermosa
por fuera, por dentro en cambio
vulgar como cualquier otra.
Decidle a los que la habitan,
que limpien su piel roñosa,
que respeten la razón
y que guarden sus pistolas.
Que veneren las hechuras
de elegante y gran señora
de Ronda y que no maltraten
su presente ni su historia.
Naranjitos agridulces,
haced que cuiden a Ronda.
Ay, mi Ronda, prisionera
en su encumbrada atalaya,
encerrada en su muralla
desdentada y altanera!
Con su horizonte escarpado,
que la guarda y la engalana
y la luz de la mañana
extasiándose a su lado.
Ese toro enamorado
de esa plaza que lo invita
a saltar esa barrera
para jugarse la vida.
Ese toro de una España
que se acaba y que agoniza
entre estertores de incienso
y castañas en la esquina.
Ese toro ya no es,
ese toro ya no mira
la tarde que languidece
hacia el ocaso vencida.
Ese toro sigue vivo
y vivirá mientras viva
entre hierros centinelas
y entre flores amarillas.
Colgada de un barranco
mi Ronda, entre la niebla,
una diosa parece
descendida a la Tierra,
Esa Ronda que vuela,
esa Ronda tan quieta,
detenida en el tiempo,
eternamente eterna.
Rotundamente roca,
resueltamente piedra.
¡Ay, mi Ronda, tan alta
como el Sol que te besa,
tan noble y orgullosa
como una luna llena.
Ronda dentro de mi alma,
tan joven y tan vieja.
Allá, al fondo, el infinito,
transformado en horizonte,
aquí, las cosas sencillas
de la vida y de los hombres.
Un techo verde acaricia
el paseo de dos jóvenes,
la charla de dos amigos,
la espera de los mayores.
Y todo rezuma paz
mientras se acerca la noche,
en este rincón de Ronda,
mentidero de rumores,
encuentro de enamorados,
y refugio de pasiones.
Esa Alameda que abriga
en todas las estaciones.
RONDA
Este tesoro escondido
entre piedras milenarias,
esta joya misteriosa,
rodeada de montañas,
es la Ronda perseguida
por mi alma enamorada.
Ronda mira desde arriba
y en su claridad alada
borda un paisaje que sueña
ensimismarse en su magia.
Ronda de espaldas al tiempo,
permanentemente clásica.