Ya no hay nada más que pregonar. A no ser el placer de vivir, de compartir, de ayudar, de colaborar, de sentirse vivo. Eso es lo que suelo pregonar y lo que pregonaré siempre. Del resto de pregones, creo que ya están pregonados todos. Espero que no haya quedado ninguno por hacer. Si no fuera así me apresuraría rápidamente a hacerlo.